Ícaro, Leonardo y Juan Salvador
- aidareyesalcalde
- 24 ago
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Mi carta de navegación es superflua– dice Ícaro, tengo planos que puedo recrear a vuelo de pájaro. Cuando veo mis elevos bajo asedio, sé cómo combatir a los curiosos desde mis trincheras, reconstruir nuevos planos con mis intrincados instrumentos.
Entre herejía y verdad deambula la máquina voladora, sobre los páramos y el panteón, Leonardo va en busca de la escoria para plasmar su reveladora anatomía, el "Hombre como obra perfecta" quedaba en entredicho después de unos días de perpetuo sueño.
Juan Salvador Gaviota era un artista entre los de su especie. Para confeccionar poderosas alas, despertó a Leonardo desde la intrincada tumba. ¡Necesito tu ciencia! Quiero entender cómo están construidos tus planos y poder recrearlos.
Icaro y Juan Salvador eran aves dispares, Icaro hijo pródigo del horror que solía arrodillarse ante su Padre, Juan sólo ave que solía rebelarse ante el éxodo y consolarse frente a sus sagradas imágenes. Un dios es inmortal, pero volar sin tener alas es vida, horror y muerte.
¡El hombre siempre imitando a los pájaros! dije arrojándome desde lo alto.
Aída Reyes-Alcalde








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